Cuando pensamos en enseñar a escribir a un niño, tendemos a pensar que se trata tan sólo de una habilidad manual. Por ello se nos vienen a la cabeza las libretas de caligrafía, en las que hay que repetir letras sin sentido.
Pero escribir es en primer lugar una competencia intelectual y, en segundo lugar y por orden de importancia, una destreza manual.
El niño necesita aprender de una manera sencilla y a la medida de su desarrollo. Necesita del aprendizaje dividido en partes, de manera que aprenda una sola cosa cada vez. Ésta es la clave para una buena enseñanza.
Son muchos los estudios que demuestran que todo lo que nos han enseñado mal, y demasiado tarde, acaba por convertirse en algo que no nos gusta porque nos cuesta hacerlo.
Nuestro talento natural no llega a florecer por falta de oportunidades de desarrollo en un principio, cuándo éramos niños y todo nos resultaba tan fácil de aprender. Nos conformamos pensando que el talento es algo innato para justificar nuestras propias limitaciones, pero la realidad es que el talento sigue un proceso de desarrollo que depende de las oportunidades que se hayan tenido desde el nacimiento.
Los niños pequeños pueden iniciar la parte intelectual-creativa de la escritura mucho antes que la parte manual. Esto es, mucho antes de sentirse cómodos con un lápiz y un papel.
Otro aspecto importante para aprender a escribir es aprender a leer. Es un hecho que los buenos escritores son buenos lectores. Difícilmente puede ser un buen escritor sin ser un buen lector porque los buenos lectores adoran las palabras, las encuentran con menos esfuerzo y las usan de la mejor manera para que todo encaje.
Nuestro método parte de actividades previas a la realización del trazo marcado, partiendo de la realización del mismo con el propio cuerpo, para pasar por último al papel adquiriendo una escritura y direccionalidad correcta.
Desarrolla la capacidad que posee cada alumno para aprender a leer y comprender diversos tipos de textos, e inculca un gusto por la lectura para toda la vida, tanto con fines educativos como lúdicos.
Nuestra metodología gira en torno a programas propios de Estimulación Temprana, centrados en todas y cada una de las áreas de aprendizaje.
El objetivo de la estimulación temprana es alcanzar la plasticidad cerebral y neuronal, además de la maduración necesaria para iniciar el aprendizaje. Esto no sólo depende de la edad del niño, sino de los estímulos que reciba y de las oportunidades que tenga de responder a ellos.
Entre los 0 y 6 años la organización neurológica alcanza su punto clave. Es la etapa de la mielinización, de mayor plasticidad de nuestro cerebro y cuando se produce el mayor número de sinapsis entre las neuronas.
La correcta estimulación en edades tempranas permite la formación de conexiones y redes nerviosas, produciendo una mayor capacidad intelectual.
En Colegio Salliver Infantil, los programas de estimulación temprana son impartidos por especialistas en Educación Temprana, que guían el aprendizaje del alumnado hacia el desarrollo pleno de sus capacidades, en un entorno afectivo y lúdico, y aplicados en períodos cortos de tiempo.
Nuestros resultados muestran niños más seguros, más curiosos y despiertos, más inteligentes y, en definitiva, niños más felices.